martes, 29 de abril de 2008

EL HOMBRE SOLITARIO





Era ya la una del mediodía cuando "Él" se levantó, por fin, y decidió salir a continuar con la fiesta. La noche anterior había resultado demasiado intensa, le dolía la cabeza y le palpitaban las sienes. Levantarse había sido todo un desafío a las leyes de la gravedad, todo giraba alrededor de su cama y tenía la sensación de que si ponía un pie en el suelo caería en las fauces de algún tiburón que vagase hambriento por aquel triste y solitario océano en el que se había convertido su casa. Pero fuera se divisaba tierra firme, las calles bullían y los adoquines rujian. Así que hizo de tripas corazón y sacó sus garras para poder aferrarse de nuevo a la vida, al bullicio de la gente que chillaba y danzaba en la bacanal del despilfarro y el despiporre. Se puso en marcha con las gafas solares que le había regalado sólo dos semanas antes. -¡Dos semanas antes!, ¡sólo diez días!- le resultaba demasiado doloroso el pensar que, apenas diez días antes, había acariciado su hermoso cabello por última vez; sólo diez días desde que rozara con sus labios aquel hoyito infantil que le salía en la barbilla y que a él tanto le gustaba. Entonces se dio cuenta de que no había desayunado; papel, tabaco, mechero, china...todo estaba correcto, como siempre.
El sol, regio y dominante, se encontraba en su cénit en el mismo instante en que "Él" cruzaba el río por el puente romano con un cierto mareillo pero muy agusto, saboreando cada paso que daba y percibiendo todas esas pequeñísimas cositas que suelen pasar desapercibidas pero que no dejan de tener su encanto y dulzura para un espíritu abierto ( sobre todo con la ayuda del cannabis ).
Entonces se encontró con "Ella".
"Ella" se interpuso en su camino como llevaba haciéndolo toda la mañana en el camino de muchos otros. Su intención era clara y calculada, pero, a su vez, muy complicada; y más esa mañana que tan mal había escogido para despertar las conciencias y los corazones en busca de un poco de dignidad y empatía hacia el ser oprimido. Cuatro horas agotadoras y sofocantes perdidas, sudando sin parar para conseguir solamente alguna que otra risa burlona y muchos, muchos desplantes. En otras circunstancias no le hubieran afectado tanto, pero aquellos días andaba más sensible de lo normal: su vida necesitaba un giro de 360º, todos sus problemas se habían unido para boikotearla hasta acabar con el último saquito de provisiones que mantenían su cordura y sentido común.
A "Él" le hizo gracia la forma que tenía "Ella" de entrar, sin permiso, en las burbujas ajenas. Sin darse cuenta se había dejado embaucar y abrir su burbuja también en un juego de seducción que "Ella" dominaba a la perfección. A "Ella" le saco del vacío lo cómico y entrañable que resultaba verle a "Él" tirar el móvil sin querer al suelo tres o cuatro veces seguidas y buscar el equilibrio necesario para encenderse el porro mientras intentaba firmar la hoja de ayuda.
No hicieron falta demasiados esfuerzos para conectar, eran dos desconocidos unidos por un lazo invisible. Sin saberlo se necesitaban el uno al otro, sólo por un día, sólo por ese día que había comenzado tan amargo y distante para ambos. Se entendían sin necesidad de abrir sus almas, "Él" veía a través de sus ojos y "Ella" intuía a través de sus lentes oscuras y sus gestos.
"Él", noble guerrero.
"Ella" ...

1 comentario:

Trexa dijo...

..."Ella",insufrible currita.De vez en cuando hay que dejar el trabajo aparcado,Maripuri.

Hay que ver,qué bien escribes desde que lees Drácula.

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