El viejo de la esquina del paso de peatones junto al bar, recoge pan duro todas las mañanas y lo parte cuidadosamente en trozos pequeños que esparce por el suelo.
El viejo de la esquina del paso de peatones junto al bar, tiene una mirada penetrante que dice tanto... habla de sufrimiento, de fuerza interior, y a la vez es como si te traspasara el alma y te desnudase en una milésima de segundo. Sus manos retorcidas y su espalda curvada relatan jornadas de duro trabajo, seguramente en el campo.
El viejo de la esquina del paso de peatones junto al bar, siempre va solo, pero con mucha seguridad; no necesita falsas ayudas ni compasiones. Él ya pasó por eso, por aquello, por lo otro y por lo que vendrá; aprendió a sobrevivir sin necesitar, ¡no le vengas con viajecitos al Escorial!
Hoy he vuelto a cruzar la calzada ; y allí estaba él con su mirada. No puedo evitar sentirme, de una extraña manera, unida a él en un plano lejano del instinto humano. Tengo que torcer la cabeza hacia atrás y mirarle una vez más, porque sé que él también me mirará, como siempre, desde la esquina del paso de peatones que está junto al bar.
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