esa sensación de paz, de plenitud.
Caminar sobre el agua es una fenomenal terapia,
te concentras en tu reflejo,
que se une al reflejo del paisaje;
todo al revés, dado la vuelta,
todo ha girado y entras en otra dimensión.
Cuando los dos polos se unen,
resulta que te sorprendes caminando por el cielo;
puedes sentir la ligereza de tus pies,
tus piernas como colgando,
los brazos dirigen tu rumbo
y las manos rozan las millones de partículas subatómicas
que se extienden por todo el universo.
Ya no soy Mery, ni una chica, ni siquiera una humana;
de repente las barreras desaparecen,
nada empieza ni termina,
se pierden el tiempo y la distancia,
el individuo se convierte en fotones
y todo se hace uno,
y uno se hace todo.