Su cara colorada, típica de la zona, delataba su dependencia. Hinchado con esa forma anatómica que da la monotonía cómoda de años y años de despacho, bar y velero. Sudaba y sudaba sin darse cuenta de que las gotitas saladas caían inevitablemente en el rioja, cada vez más rosado. Riéndose de todo como el que se cree un triunfador, sin más, porque sí, por el vino, por la juerga, por resultar "simpático", porque tiene pasta, porque tiene manitas de no haber cogido una pala en su miserable vida, porque su colega está con él y son muy machotes, porque "el cabrón del viejo con la jovencita"...
Y mientras tanto sigue sudando y sudando:
-¿los auto atentados? ¡buah! ¿ a mi qué me importa eso?, a mi edad ya sólo hay que pensar en pasárselo bien , ja,ja,ja,ja (risotada odiosa).;todos mienten, yo también engañé a mi mujer para que se casara conmigo, ja,ja,ja,ja,ja... Mira, piensa sólo en ti, hincha tus arcas y tu barriga, y cuando tengas un ataque de moral frénalo con rioja JA JA JA JA.
...Y estas fueron las palabras de un abogado vasco...